No pretendo bajo este título entrar en ninguna guerra intencionada de sexos. Trato simplemente de hacer un guiño y manifestar la importancia que tuvo y tiene en la Historia de las radiaciones la figura de una mujer con mayúsculas: Marja Skłodowska, más conocida como Marie Curie. Con ella la Radioterapia tiene nombre de mujer.
Se ha escrito mucho sobre ella, pero casi siempre desde una perpectiva racional, intelectual o científica; pues su trabajo fue un pilar en el conocimiento de la radiactividad y descubrió dos nuevos elementos de la tabla periódica: el Radio y el Polonio. Ambos descubrimientos le valieron dos Premios Nobel en dos disciplinas distintas: Física y Química. Algo que no se ha vuelto a repetir en la Historia (me refiero a las mujeres). Fue también la primera mujer catedrática en la Universidad parisina de “La Sorbona”. Fue toda una revelación en su campo y puso el listón muy alto, en un tiempo, recordemos, en los que el simple hecho de cursar estudios superiores les estaba vetado a las mujeres.
Recientemente he leído el libro de Rosa Montero: “La ridícula idea de no volver a verte”. Recomendable para todo aquel que quiera conocer el lado humano de esta mujer. En él Rosa Montero nos mezcla de un modo magnífico el proceso de su duelo personal tras el fallecimiento de su esposo Pablo por cáncer, con la esencia humana e íntima de Marie Curie, ofreciéndonos como un regalo a su ser más tierno, más cercano y también más admirable de esta extraordinaria mujer de carne y hueso. Nos descubre tras esa visión de mujer enjuta, seria, rígida, autodisciplinada y de muy altas capacidades intelectuales; a una mujer apasionada, sensible, incluso maternal y con una gran fuerza interior. Pocas veces he visto escritos haciendo referencias a su lado humano y francamente me ha conmovido.
Marie Curie se debatía, como muchas mujeres incluso a día de hoy, entre el deber y el querer. Ambos eran muy poderosos. Yo diría que finalmente ganó el querer y quiso. Quiso estudiar Matemáticas y Física. Se licenció en ambas en una lengua que no era la suya con el mejor expediente académico. Quiso y consiguió codearse con la élite de la ciencia de la época incluido Einstein en un marco extremadamente hostil y machista. Quiso profundamente a Pierre Curie y años después a Paul Langevin que le valió un lapidamiento xenófobo por ser considerada ésta una relación prohibida.
Todo ello quiso y sin ondear nunca una bandera feminista, ni tan siquiera quejarse de su condición de género. Sin alardear, Marie Curie encarna la frase de que el querer es poder. Tuvo también importantes y dolorosas experiencias de sufrimiento: vivir su infancia en una Polonia invadida por un Imperio Ruso implacable, estudiar en la clandestinidad, dejar su país para vivir en París, enviudar precoz e inesperadamente de su marido Pierre Curie que fue tristemente atropellado y ella contaba con dos hijas relativamente pequeñas: Irène y Ève, sacar adelante su destartalado laboratorio, sufrir el escarnio por su relación sentimental con el también Físico Langevin, vivir una Guerra Mundial, su ceguera y cansancio crónico por la exposición prolongada a las radiaciones que le provocó una aplasia medular que acabaría con su vida, etc. Todo ello la curtió, la hizo grande.
Tuvo también su momento de gloria, pero como los grandes sabios fue una triunfadora humilde. A nivel póstumo Francia le perdonó y es considerada una mujer que formó parte de la Historia de Francia cuya figura aún hoy día es venerada.Gracias Marie por tu legado, por tu saber, por tu entrega a la ciencia. Gracias por abrir camino a las mujeres que en el siglo XXI ya han alcanzado cotas que ni tú hubieses imaginado. Todavía tenemos mucho camino por andar y mucho que aprender de ti.Si alguien está interesado en conocer mejor su biografía les recomiendo este enlace en inglés y en PDF de la AIP (The American Institute of Physics- Instituto Americano de Física). Es uno de los más completos de la red.
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