Nos sentimos con tu marcha desde el pasado 26 de Noviembre un poco huérfanos. Se dice que tu pérdida es irreparable desde el Foro de Pacientes que tú presidías. Las redes sociales, los blogs y los medios de comunicación se han hecho eco de la triste noticia y desde muchos lugares de nuestra geografía se lamenta que ya no te encuentres entre nosotros.
Han sido doce e intensos años de lucha contra un timoma, un tumor muy infrecuente. Pero en lugar de encerrarte y llorar tu pena, decidiste no lamerte las heridas y aprovecharlas con esa doble condición de médico y enfermo. Tomando ese testigo que la vida te puso en su camino, emprendiste una carrera a favor del que sufre, del que padece, del enfermo. Lo empoderaste y le pusiste en el sitio que se merece. Cogiste la empinada vertical imperante de la medicina actual y la inclinaste en sentido horizontal, acercando esa posición que entre el médico y el enfermo. Una posición que aprendiste y te impregnó a fuego lento tu padre, un médico sencillo, humanista, de esos que se sientan en una silla a la cabecera de la cama del paciente, le mira a los ojos, le escucha con atención, le toca y sabe cuándo cogerle la mano. Esa imagen auténtica quedó grabada para siempre en tu cerebro, de tal forma que cuando tú te inicias como médico observas con desilusión que el rol médico que tanto admirabas y por el que habías elegido estudiar Medicina estaba desapareciendo.
Buscaste entonces ampliar horizontes y cambiar de perpectiva estudiando Sociología. Desembarcaste en la prestigiosa Universidad de Harvard donde te doctoraste en Salud Pública. Y volviste del otro lado del Atlántico para estar junto a tu padre enfermo de un cáncer, ese maestro con el que te sentías tan identificado y del que siempre hablabas con orgullo, admiración y profundo respeto.
Luego la vida te puso a prueba, esta vez en primera persona, joven, con una familia y en medio de una actividad académica incesante y brillante. Emprendiste una bonita cruzada enarbolando tu enfermedad como una bandera, como un valor, no como un estigma o una pena. Tu determinación y coraje han sido dignas de admiración. Tus palabras, tus reflexiones y tu posición como médico-enfermo te hacen grande, te ennoblecen. Nos dejas un buen legado en forma de artículos, noticias y libros.
Sólo espero Albert que esa semilla que ha nacido crezca y fructifique en forma de ese bello término por ti empleado de “Medicina Basada en la Afectividad”. Gracias por tus sabias enseñanzas que abren camino a muchos de nosotros que esperamos estar a la altura de esa buena Medicina.
¡Qué buena envista!
Si que lo es Aurora. Toda una lección de humanidad sin ninguna duda. Un saludo!!
No lo conocí personalmente, pero por sus entrevistas y artículos he sentido enormemente su pérdida…excelente post para recordarlo.
Gracias Mª José por tu comentario. Muchos sentimos la pérdida de esta gran figura de la medicina. Representa todo un testimonio ejemplar. Un abrazo.
Estimada Virginia, muchas gracias por estas palabras que resumen tan bien la trayectoria de Albert. He tenido la suerte de trabajar junto a él los últimos diez años y puedo decirte que Albert en el trato diario era la misma gran persona que en su imagen pública.
Se nos ha ido para siempre y le echaremos tanto de menos que va a ser muy duro, pero tendremos para siempre su magnífico legado, tan amplio como profundo. Un abrazo. Lluïsa
Gracias Maria Lluisa por tus hermosas palabras. Yo no tuve la suerte de conocer a Albert, pero te aseguro que sus ideales están en sintonía con los míos. Por ello me apetecía mucho rendirle un pequeño homenaje desde este blog y sembrar esa conciencia necesaria para que esas enseñanzas se hagan realidad. Petons!!!!
Excelente profesional al que no tuve el placer de conocer en persona, pero si sus aportaciones y formas de ejercer una medicina mas cerca del paciente como persona.
Un legado que sigue presente en las instituciones que presidia.
Muchas gracias Guillermo por tu comentario. Felices Fiestas!! Un saludo