Cineterapia Oncológica: ¡Vivir! (Ikiru) Japón, 1952, Akira Kurosawa 5/5 (5)

¡Vivir!, es una película que data de 1952 y fue dirigida por el japonés Akira Kurosawa.  Se trata de una historia que narra los esfuerzos de un hombre por tratar de dar sentido a los pocos meses que le quedan de vida, tras habérsele diagnosticado un cáncer mortal de estómago. Recordemos que el cáncer de estómago es uno de los tumores con mayor incidencia en el mundo oriental, no así en el occidental. La película se inicia con una radiografía con contraste del estómago del protagonista. El diagnóstico curiosamente no se lo da el médico que le atiende, sino un paciente que está en la sala de espera que le relata minuciosamente todos los síntomas del cáncer gástrico: vómitos (el cáncer estaba situado en la boca del estómago o cardias), dolor epigástrico y heces oscuras. Le revelará que el médico no le dirá la verdad (le dirá el eufemismo de úlcera leve y no le dará tratamiento) y se genera en toda la narrativa una importante “conspiración del silencio” que deja solo al personaje principal.

Kenji Watanabe, el protagonista de ¡Vivir! interpretado por Takashi Shimura fue uno de los actores fetiches de Kurosawa y realiza en esta película una de sus mejores interpretaciones, es un hombre que, pese a la desesperación inicial que sufre ante la noticia de su inminente muerte, decide aprovechar los días que le quedan realizando una obra social que le permita sentir que su vida ha servido de algo. Watanabe había pasado sus días hasta el momento como funcionario al frente del departamento de atención al ciudadano, un departamento que, como el resto de secciones de la Administración, se desentiende completamente de las necesidades sociales y en el que los funcionarios se limitan a ejercer un trabajo burocrático rutinario y exento de cualquier implicación con la responsabilidad hacia la sociedad que deberían desempeñar. Este mensaje de crítica contra un sistema que poco o nada hace en ayuda de los ciudadanos más desfavorecidos es uno de los temas de fondo en esta película.

En ¡Vivir! la denuncia contra la pasividad de los organismos gubernamentales ante la situación de crisis social y económica que atravesaba el Japón de la posguerra es evidente entre otros ejemplos en las afirmaciones de los mismos funcionarios que asisten al funeral de Watanabe, uno de los cuales reconoce abiertamente: “en la Administración no hay que hacer nada, ya que si haces algo te tachan de radical”. Ejemplo de ello es la magnífica ambientación de la oficina, en la que se acumulan por todas partes montañas de solicitudes que dan muestra de la gran cantidad de quejas recibidas y del descuido y poca atención prestadas a ellas por los funcionarios. El mensaje dado por Kurosawa es sin embargo un mensaje esperanzador, representado en la lucha personal y posterior triunfo de Watanabe por conseguir realizar el proyecto de construcción de un parque para niños, lucha que viene a demostrar la posibilidad de mejorar la situación social existente. No obstante, y pese a este mensaje optimista, Kurosawa es realista, y aunque los funcionarios que asisten al entierro reflexionan sobre la necesidad y posibilidad de cambiar el orden de las cosas, la película se cierra con el retorno a la misma situación que abría el film, con el nuevo jefe de departamento desentendiéndose igualmente de los ciudadanos, y con la resignación cobarde de sus empleados ante esta vuelta a la vida rutinaria anterior (extraordinario plano el que muestra al único funcionario disconforme con la situación sentarse en su silla y esconderse tras las montañas de papeles que inundan su mesa).

¡Vivir! se estructura en dos partes. La primera es la historia de Watanabe desde el planteamiento de su dedicación profesional y la noticia de su enfermedad oncológica terminal hasta su decisión de emprender la lucha por la construcción del parque. En esta primera mitad se desarrolla un conflicto emocional del personaje, el cual atraviesa una profunda situación de crisis personal como resultado del conocimiento de su muerte inminente. Watanabe tratará inutilmente de recuperar el tiempo perdido en su vida anterior, dándose cuenta de que ya no puede reparar la relación de incomunicación con su hijo y su nuera. Comprueba que el disfrute desenfrenado de las juergas nocturnas no le reporta ningún tipo de satisfacción vital. El protagonista encuentra sus únicos momentos de felicidad en sus encuentros con una joven ex-empleada en su departamento, cuya vitalidad le transmite cierta alegría de vivir y que actúa como catalizador en la decisión de Watanabe por realizar una misión social que le haga por fin darle un sentido a su existencia.

La segunda parte del film comienza tras la muerte del protagonista cinco meses después. En esta segunda mitad, y teniendo como fondo narrativo el funeral de Watanabe, se procede a la reconstrucción de la consecución del objetivo del protagonista, a través del testimonio de los diversos asistentes a su entierro. Se trata de una crítica reiterativa y quizá demasiado larga. Aunque algunos de los hechos explicados puedan resultar redundantes, la duración de esta larga secuencia del velatorio encuentra su explicación en la intención por parte de Kurosawa de escenificar el lento desarrollo de un ritual de estas características. Los diversos asistentes van conformando con sus comentarios y ayudados por la ebriedad que les va provocando el sake, un exhasutivo retrato del difunto, en el que saldrán a la luz tanto sus defectos como sus cualidades y en el que el fallecido se convertirá en el centro de un debate sobre su vida que realmente muy pocos o ninguno conoce realmente.

La estructura del filme, tanto de la primera como de la segunda mitad, está caracterizada por continuos “flashbacks” de breve duración que actuan como soporte explicativo a los hechos. ¡Vivir! se desarrolla igualmente como un conjunto de situaciones significativas que propician una reconstrucción de los hechos por parte del espectador, fragmentos entre los que destacan los recuerdos del entierro de la esposa de Watanabe, con ese maravilloso encadenado al plano subjetivo del padre y del hijo viendo cómo se aleja la carreta que porta el féretro de la madre, o la alternancia de primeros planos del protagonista gritando el nombre de su hijo con escenas que recuerdan hechos destacados de la infancia del mismo. El tiempo es manipulado a gusto del realizador no sólo con los saltos atrás en el relato, sino también con la utilización frecuente de elipsis que resumen fragmentos de la historia. Excelentes ejemplos de este montaje elíptico son las secuencias del paso de un departamento a otro de la solicitud de construcción del parque por parte de unas mujeres o las diferentes situaciones vividas por el protagonista en sus noches de juerga junto a un joven escritor bohemio.

¡Vivir! es una de las películas de Kurosawa en las que el lirismo visual está más conseguido. La impecable realización en el montaje y la composición de los planos, muestra esa soberbia puesta en escena y dirección características del realizador, llegando a su cumbre en momentos tan perfectos como la escena del columpio, en la que Watanabe se balancea cantando “La vida es corta”, esperando ya su muerte bajo la nieve. La presencia de la naturaleza y los fenómenos atmosféricos como elementos que acompañan a la narración y aportan especial significado a ella es otra de las constantes en el cine de Kurosawa. Watanabe se mece en el columpio bajo una nieve que viene a reforzar el aire de leyenda que envuelve la historia de este héroe, conectando con la afirmación de que no hay nada más solemne que los últimos momentos de un hombre. Shimura enriquece con su interpretación esta idea de dignidad y triunfo vital en su personaje, interpretación soberbia influida por el teatro japonés, en el que se enfatiza la expresividad del actor sobre un mínimo movimiento de su figura.

¡Vivir! fue definida como una película “neorrealista de los sentimientos” configurándose como un canto positivo hacia la vida y la necesidad de utilizar nuestro escaso tiempo vital de la manera más intensa posible. Lejos de un pesimismo existencialista que trate la muerte como el horrible final del camino, el mensaje final del film de Kurosawa es mucho más esperanzador, y consigue en su propuesta dejar la sensación de haber asistido a una extraordinaria lección de vida, lección coherente con la visión humanista presente en todo el cine del japonés, en el que se concluye que el ser humano ha de tratar al fin de dedicar todos sus esfuerzos en aprovechar al máximo el tiempo que le es dado, tiempo valiosísimo y demasiado corto como para ser malgastado inútilmente.

Les dejo con dos enlaces. El primero es un reportaje sobre el 60 aniversario de la película con interesantes comentarios al margen. El segundo es la película completa. Todo un clásico de cine japonés con vigencia actual en muchos de sus pasajes.

Por favor, valora el artículo

GIAFyS 5/5 (7)

En una charla que di el 19 de Febrero en Miranda de Ebro y de la que ya hablé en un “post” anterior,  tuve la oportunidad de conocer a través de Koro Quevedo a GIAFyS (@GIAFyS) que es el Grupo de Investigación en Actividad Física y Salud. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro constituida por profesionales vinculados al mundo de la salud y el deporte que están convencidos del papel primordial de la actividad física y del ejercicio como eje de un estilo de vida saludable y de su utilidad como una herramienta preventiva y terapéutica clave, segura y eficaz en el manejo de enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes méllitus, las enfermedades cardiovasculares, la hipercolesterolemia, la obesidad y también como no el cáncer.

El objetivo de GIAFyS es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a través de la actividad física y el deporte, en su triple vertiente bio-psico-social, en especial de las personas con enfermedades crónicas y/o discapacidades físicas.

Se centran en una población muy concreta y específica: los pacientes y supervivientes de cáncer. Desde 2005 trabajan para mejorar la calidad de vida mediante tres ejes principales: la actividad física, la atención psicológica y el consejo nutricional.
No olvidemos los orígenes de esta asociación es fruto de la actividad investigadora. Siguiendo esta línea impulsan proyectos de investigación en el ámbito de la actividad física relacionada con la salud.

En relación con el cáncer, los resultados de las últimas investigaciones abordan varios aspectos. En la prevención de la citada enfermedad, los estudios demuestran que la actividad física se asocia con un bajo riesgo  de desarrollar ciertos tipos de cáncer (colon, mama, endometrio, próstata, pulmón y ovario).

La actividad física y el ejercicio también juegan un papel importante en la rehabilitación y recuperación de personas con cáncer. Existe un creciente interés en la posible influencia de la actividad física en la mejora de la calidad de vida de los supervivientes de cáncer tanto durante como después del tratamiento.

Se ha demostrado la eficacia del ejercicio como una pieza clave en la prevención, aceptación, curación y recuperación de las personas con cáncer. Estos datos vienen avalados por  recientes estudios en actividad física y pacientes oncológicos.

Este proyecto se encuadra en el programa de mejora de la calidad de vida en pacientes supervivientes de cáncer. Se ha demostrado que la calidad de vida de los pacientes de cáncer disminuye notablemente desde el momento del diagnóstico. El propio impacto psicológico derivado de la notificación al paciente de padecer la enfermedad, asociado a los innumerables efectos secundarios de la cirugía, quimioterapia y/o radioterapia, hacen que el estado de bienestar bio-psico-social se vea significativamente resentido. Aunque todos estos síntomas tienden a tener su máxima expresión durante la fase del tratamiento, pueden persistir meses e incluso años tras finalizar el mismo y conseguir la curación, por lo que la reducción de la calidad de vida no se circunscribe sólo al momento del diagnóstico y tratamiento del cáncer sino que persiste en el tiempo durante meses o incluso años.

A pesar de la curación, los niveles de calidad de vida no llegan a igualarse a los previos al diagnóstico. En este sentido, el ejercicio físico también se ha revelado muy eficaz. Además estas personas poseen un riesgo incrementado de padecer una recidiva, un segundo tumor y enfermedades de elevada prevalencia en nuestra sociedad (obesidad, enfermedad cardiovascular, hipertensión arterial, diabetes méllitus, etc).

Se aborda este programa con el propósito de mejorar la calidad de vida de los pacientes y supervivientes de cáncer a través de una intervención interdisciplinar y tomando como eje de trabajo la actividad física supervisada médicamente. Se ha demostrado que el ejercicio influye positivamente en los diversos aspectos de la vida de los enfermos de cáncer: mejora la forma física y fuerza de las extremidades afectadas por la enfermedad, favorece la relación con personas con su mismo problema, favorece la reinserción social y laboral.

Estos son sus objetivos:

Objetivo General: Mejorar la calidad de vida de los supervivientes de cáncer desde una intervención interdisciplinar y teniendo como herramienta de trabajo la actividad física.

Objetivos específicos:

  • Mejorar la capacidad funcional (cardiorrespiratoria) de los pacientes con cáncer.
  • Mejorar la movilidad de las extremidades afectadas por el cáncer.
  • Mejorar la calidad de vida en los siguientes aspectos:
    • Mayor facilidad para la realización de las actividades cotidianas de la vida diaria
    • Menor retraimiento social mediante la relación entre iguales
    • Mejorar la autoestima y la percepción de la imagen corporal (ante las mutilaciones derivadas de la enfermedad)
    • Manejar las alteraciones emocionales derivadas de la enfermedad

Tras la realización de un reconocimiento médico deportivo, el paciente o superviviente de cáncer inicia un programa de ejercicio individualizado, controlado y supervisado por técnicos deportivos. La supervisión es contínua lo que nos permite adaptarnos de forma inmediata a todas las fases de la enfermedad y a cualquier circunstancia sobrevenida.

Básicamente el programa de ejercicio consiste en la realización de un ejercicio físico completo combinando ejercicio aeróbico o cardiorrespiratorio (tapiz rodante, bici estática, elíptica, remo) con entrenamiento de fuerza resistencia de los grandes grupos musculares (máquinas de musculación principalmente).

Como muy bien dice Koro, es posible que algún día los médicos no sólo seamos capaces de prescribir medicamentos, sino también ejercicio físico como una parte más de la terapéutica del cáncer, como una “píldora” más a tomar.

GIAFyS además promueve otras interesantes iniciativas como la del Certamen Literario de Relatos de Cáncer y Calidad de Vida que se recoge en su primera edición en el libro “VIVIR” cuya portada es la foto de arriba de este “post”. Desde aquí quiero aprovechar para enviar un saludo a la finalista de la primera edición del Certamen, Carme Barba a la que tenido la gran suerte de conocer a través de este blog y las nuevas tecnologías.

Les dejo con este video que les dará a conocer a esta excelente contribución por la mejora de la calidad de vida de los pacientes oncológicos de GIAFyS.

Por favor, valora el artículo

¿Qué es la Terapia de la Dignidad? 5/5 (3)

La bondad, la humanidad y el respeto son valores básicos en la atención médica y deben ser salvaguardados hoy en día más aún si cabe. Estamos asistiendo a la paradoja de grandes avances médicos y tecnológicos que no van a la par del crecimiento de estos valores. 
La “Terapia de la Dignidad” es el término acuñado por el Dr. Harvey Max Chochinov un profesor de Psiquiatria en la Universidad de Manitoba en Canadá y director desde hace 15 años de la Unidad de Investigación en Cuidados Paliativos en esa ciudad en colaboración con investigadores de Australia, Inglaterra y Estados Unidos. La Terapia de la Dignidad proporciona ideas y herramientas prácticas que ayudan a apoyar la cultura de la compasión y el respeto en la atención a la salud.

Estos investigadores han llegado a estas conclusiones:
Los profesionales sanitarios pueden tener una influencia clave en la dignidad de los pacientes, pudiendo mejorar su experiencia y aumentar el grado de confort y satisfacción de ésta.  
La buena comunicación es un ingrediente esencial para proporcionar la mejor calidad en atención sanitaria y en la seguridad del paciente.
Otros investigadores han encontrado que una mejor interacción entre los que proporcionan cuidados y los que los reciben da lugar a mejores resultados en salud de los pacientes y mejora también el grado de satisfacción de los profesionales. Estos resultados muestran la importancia de hacer que la dignidad sea una meta consciente en la atención sanitaria especialmente en la cabecera del lecho del paciente.

Pero, podemos preguntarnos: ¿qué es la dignidad?

Si miramos a la Real Academia de la Lengua Española, observamos que el vocablo procede de la palabra en latín “dignitas” y la definición dice que es cualidad de digno, es decir, merecedor de algo. Podríamos incluso traducir la dignidad por lo valioso, h
aciendo referencia al valor inherente del ser humano en cuanto que es un ser racional, dotado de libertad y poder creador. Se reconoce con la dignidad la posibilidad de las personas para modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad. En otras palabras, la dignidad se explica en buena medida por la autonomía propia del ser humano.
Cuando las personas utilizan los servicios sanitarios, su sentido de la dignidad se ve perjudicado por muchos factores. Uno de los más importantes es cómo se ven a sí mismos ya que se ven afectados por la forma en que ellos creen ser vistos por los demás. Teniendo en cuenta que la ansiedad está fuertemente conectada a la enfermedad, es fácil entender por qué las personas que trabajan en el cuidado de la salud pueden tener un fuerte impacto sobre la dignidad de las personas con las que interactúan todos los días. Ya sea de una forma consciente o no, a menudo son el “espejo” por el que los pacientes y sus familias juzgan su propio estatus dentro del sistema.
El personal sanitario debería tener un deseo natural en ser útil y ofrecer apoyo. Su desafío diario es comprender todos los factores que pueden afectar al sentido de la dignidad de una persona y cómo pueden hacer frente a esos factores. La Terapia de la Dignidad proporciona soluciones basadas en una investigación sólida  y así guiar en esta tarea.

La Unidad de Investigación de Cuidados Paliativos en Cáncer de Manitoba (MPCRU) se creó hace siete años para llevar a cabo investigaciones sobre las dimensiones psicosociales, existenciales y espirituales de los cuidados paliativos al final de la vida. Su objetivo principal es mejorar la calidad de vida y aliviar el sufrimiento de los moribundos y sus familias a través de la investigación. Después de estudiar la importancia de la dignidad en la vida de los pacientes terminales, el equipo comenzó a buscar la forma en que sus hallazgos convincentes podrían extenderse a otros aspectos de la atención sanitaria.

El Dr. Chochinov ha construido un equipo de investigación interdisciplinar con experiencia en psiquiatría, psicología, análisis cualitativo y cuantitativo, bioestadística , enfermería y medicina de cuidados paliativos. La colaboración con los investigadores de todo el mundo, ha conseguido recopilar una gran cantidad de trabajos sobre la dignidad en el enfoque de la atención sanitaria . Este equipo de reconocimiento internacional ha abordado con éxito los temas difíciles que atraviesan los pacientes ante la angustia del final de su vida: la depresión, la dicotomía entre el deseo de la muerte y la voluntad de vivir, la desesperanza y su conexión incluso con ideas del suicidio, la influencia de la personalidad y el  afrontamiento al final de la vida y por último la cuestión de cómo ayudar a los pacientes a morir con dignidad.
El mantenimiento de la dignidad de los pacientes que se acercan a la muerte es un principio fundamental en Cuidados Paliativos. La traducción de este principio en los métodos de guia en la atención al final de la vida, puede ser, sin embargo, una tarea complicada y difícil. La Terapia de la Dignidad aborda muchos de los desafíos psicológicos , existenciales y espirituales que los pacientes y sus familias experimentan, lidiando con la realidad de la vida que llega a su fin. Ha sido probada con pacientes con enfermedades avanzadas en Canadá, Estados Unidos, Australia , China , Escocia , Inglaterra y Dinamarca. La Terapia de la Dignidad ha demostrado que no sólo beneficiará a los pacientes, sino también a sus familias.

En el primer libro se diseña un plan para esta intervención única y significativa, en la que Chochinov aborda una de las dimensiones más importantes del ser humano. Estar vivo significa ser vulnerable y mortal, argumenta que la Terapia de Dignidad ofrece una forma de preservar el sentido y la esperanza para los pacientes que se acercan muerte.

Terapia de la Dignidad : Palabras finales para los días finales es una hermosa introducción a este trabajo pionero e innovador. Con la historia y los fundamentos de la dignidad en la atención sanitaria y la orientación paso a paso para los lectores interesados ​​en la aplicación del programa, se ilumina la Terapia de la Dignidad como la que puede cambiar la experiencia del final de vida de las personas y para aquellos que lamentan su fallecimiento.
Como resumen final simple, pero eficaz y que nos sirve de herramienta útil para comprender lo que la Terapia de la Dignidad nos ofrece les dejo con el “ABCD” de la misma:
  • A de ACTITUD: Tener una disposición abierta, sin prejuzgar y de ánimo
  • B del inglés BEHAVIOUR (comportamiento): Tratar a los pacientes como individuos únicos y diferentes, no sólo como pacientes.
  • C de COMPASIÓN: Ser sensible al sufrimiento, ponerse en el lugar del otro. No lo confundamos con sentir pena del otro que es un mal uso que hacemos con frecuencia de esta palabra.
  • D de DIÁLOGO: Ser capaces de tener una buena conversación con el que sufre con escucha activa y palabras que consuelen.
Les dejo con un video que explica la importancia de unos buenos Cuidados Paliativos en las que aparece el Dr Chochinov. Está en inglés y es bastante largo, pero me parece bueno exponerlo aquí para todo aquel que quiera profundizar sobre este apasionante tema bioético tanto en el área del cáncer como en el de la discapacidad.

Por favor, valora el artículo

Cineterapia oncológica: Innocence (Nunca me olvides), Australia y Bélgica, 2000, Paul Cox

“Innocence” es una película australiana dirigida por Paul Cox  en el que se narra una historia de amor medio siglo después de haber vivido juntos su primer amor y donde la pareja vuelve a reencontrarse. Tras tantísimo tiempo transcurrido y a pesar de todas las vueltas que sus vidas ha dado el afecto entre ambos no ha desaparecido. Él lleva treinta años viudo, ella está casada. Sin embargo, su matrimonio está falto de pasión, una pasión que ahora renace con este encuentro con quien fue el primer amor de su vida. Así, inician o retoman, tras toda una vida separados, una intensa relación que los llevará a difrutar, ahora en su ultima etapa de la madurez, de una nueva época de renacimiento y de emoción. Él padece un cáncer terminal no especificado. El cáncer se cuela como un hecho puntual argumental en la película. El protagonista decide libremente no recibir tratamento activo alguno y disfrutar de sus últimos días. 

Con el paso del tiempo la inocencia del primer amor se puede perder, pero para algunos es imposible de olvidar. Andreas Borg, (interpretado por Charles “Bud” Tingwell) es un organista y profesor de música jubilado descubre que su primer verdadero amor, Claire (Julia Blake), vive en la misma ciudad que él. Cincuenta años después de compartir una apasionada historia de amor en la Bélgica de la posguerra, Andreas decide escribirle una carta. Vacilante, Claire acepta su petición de volverse a encontrar y pronto se hará evidente que el amor que existió entre ambos no se ha marchitado. Parece que nada haya cambiado cuando inevitablemente lo ha hecho. Sabiendo que el tiempo es precioso, ambos se embarcan en una aventura descabellada, intensa y tempestuosa como la que tuvieron en su juventud. “Innocence” tiernamente nos muestra cómo cada etapa de la vida tiene su propio tipo de amor. Para Andreas y Claire, su pasión reavivada les permite vivir más plenamente el presente. Y nos recuerda : “El amor se hace más real cuanto más cerca está la hora de la muerte.”

Claire vive con su marido John (Terry Norris) en Adelaide, Australia. Ellos llevan casados 45 años, pero la intimidad ha salido de su relación y el tedio está instalado. Es por eso que ella se emociona al recibir una carta de Andreas, su primer amor de hace más de 50 años. Tuvieron una relación apasionada en Bélgica, donde él era un estudiante de música y ella era la hija de un diplomático australiano.

Cuando se reencuentran, el amor que compartieron hace tanto tiempo sigue ahí, intacto por el tiempo, el matrimonio, la familia y nietos. “Usted tiene una cepa sentimental dulce”, Le dice Claire a Andreas, cuya esposa murió hace 30 años. En una escena muy emotiva, se ve a él obligado a estar de pie junto a la tumba de su esposa, pues el cuerpo de su difunta esposa va a ser exhumado del cementerio ya que está previsto ser reemplazado por un complejo inmobiliario.

La conexión íntima entre Claire y Andreas sigue siendo fuerte y encuentran consuelo uno en los brazos del otro. Mientras, el marido de Claire se sorprende cuando ella le habla de su relación con Andreas. Después de años de dar por sentada su relación de por vida con su esposa y centrar toda su atención en sus propias necesidades, John se mueve entre las conflictivas emociones de ira, celos y remordimiento.

Claire y Andreas cosechan sus recuerdos del pasado, comparen historias y hablan de la vida, el amor y la muerte. Cuando él se encuentra hospitalizado en una batalla contra el cáncer avanzado, ella está allí para consolarlo. Monique, la hija de Andrea (Marta Dusseldorp) acepta a la amante de su padre con felicidad.

Cuenta Paul Cox que la idea surgió al ver a sus padres caminando de la mano. Habían llevado una vida dura, como muchas parejas que se sostienen durante años y ahora se marchaban juntos en paz. La película fue elogiada por la crítica y fue una de las películas más exitosas de Paul Cox. El séptimo arte nos demuestra que el amor en la “tercera edad” puede ser francamente adorable, al igual que lo hiciera en otras películas como “En el estanque dorado” o “Solas“. Es una verdadera reflexión sobre el envejecimiento consciente con grandes reservas de sensibilidad, sabiduría y creatividad. “El amor se convierte en un sendero del despertar, ese despertar del sueño de viejos patrones inconscientes, con la frescura e inmediatez de vivir más plenamente en el presente, de acuerdo con lo que realmente somos. La gran cosa acerca de envejecer es que no se pierde el resto de las edades que has estado“, recuerda la escritora Madeleine L’Engle sabiamente. Saborear la acumulación de experiencias, aventuras y recuerdos es uno de los placeres de las últimas etapas de la vida. Tenemos el placer de recordar lo que una vez fue y sigue siendo una parte de nosotros: nuestro yo más joven en toda su variedad.

Cox nos recuerda con esta hermosa película que “El cine es un regalo que te llevas a casa. Sé que Innocence es incapaz de ofender o de herir a nadie. Sólo puede enriquecer la vida. Esta película es un santuario. Esperemos que devuelva un poco de humanidad al cine”. Una espléndida película para disfrutar.

Por favor, valora el artículo

El hombre que susurraba a las jirafas

Mario era un hombre de 54 años afectado de un tumor cerebral. Trabajaba como cuidador de jirafas, a las que seguro les susurraba sus secretos más íntimos en el Zoo Diergaarde Blijdorp de Rotterdam en Holanda. En sus últimos días pidió un deseo algo insólito: despedirse de las jirafas a las que había dedicado sus últimos 25 años de su vida a limpiar y cuidar.

Gracias a la organización holandesa AWF (Ambulance Wish Foundation) Mario pudo trasladar su cama de hospital al zoo. El encuentro entre Mario y sus jirafas no pudo ser más emotivo y sorprendente. Los testigos que allí estaban con él no salían de su asombro. Una de las jirafas se acercó a Mario y le dió un beso de despedida como se observa en la foto de arriba. El fundador de la organización AWF, Kess Veldboer, dijo: “Las jirafas le reconocieron y se dieron cuenta que las cosas no iban bien con Mario. Fue un momento muy especial. Me alegro de que hayamos sido capaces de cumplir el último deseo de este hombre antes de fallecer”.

Tierno gesto el del animal al hombre que conmueve a quien lo ve. Complacer las últimas voluntades de una persona en su fase final es una de las mejores cosas que sin duda podemos hacer por ella en esta vida. Les dejo con este enlace del video cuyas imágenes hablan por sí solas.  También les dejo con un video sobre la iniciativa “Ambulance Wish Foundation” que añade vida a los que la vida se apaga.

Por favor, valora el artículo