Querido yo “médico”

Puedo decir que desde que tengo uso de razón (a la temprana edad de los 7-8 años) supe que quería ser médico. Era mi sueño, mi ilusión y la profesión que yo siempre elegía cuando me preguntaban por lo que quería ser de mayor. Alcanzada la adolescencia mantuve ese mismo objetivo y traté de tener un buen expediente y una buena nota de selectividad para poder acceder a la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona donde el corte de “numerus clausus” era alto.
Conseguí entrar. Mi sueño empezó a tejerse en realidad. Los dos primeros años estuve en Bellaterra y los siguientes los cursé en la Unidad Docente del Hospital Vall d’Hebró de Barcelona. Me licencié. Ese mismo año me preparé el MIR. Quería dedicarme a una especialidad relacionada con el cáncer. Conseguí un número que me permitió hacer Oncología Radioterápica en Barcelona y escogí el Hospital de l’Esperança donde me formé como especialista. Al acabar, viví la crisis post-olímpica y post-expo. Conocí el paro, los contratos “basura” y la precariedad laboral. Me recorrí media España entregando mi CV para encontar un trabajo estable. Hubo un año que trabajé en 5 hospitales diferentes. Conocí la sanidad pública y la privada. Conseguí una interinidad y posteriormente en la última OPE del antiguo INSALUD logré (bajo los principios de igualdad, mérito y capacidad) mi plaza de médico adjunto actual.

El camino como pueden imaginarse no ha sido fácil. No lo es para casi ningún médico, pues detrás de cada uno de nosotros hay una historia que contar. Hay mucho de esfuerzo, de espíritu de sacrificio, de días y noches en blanco de estudio o en vela en las guardias, de sinsabores por sentirnos incomprendidos por quien gobierna nuestros hospitales y también de dolor cuando el devenir de un paciente no ha sido como deseabas. Ser médico es como una larga carrera llena de obstáculos y caídas. Tienes que superarlos y levantarte cada vez que te caes. A veces las fuerzas flaquean o te sientes poco valorado.

Pero no, no voy a caer en el victimismo, pues ser médico para mi es ante todo un privilegio. Sí, si que lo es. Un privilegio por contar con la confianza de los pacientes para que les ayudes, para que les acompañes en el camino de su enfermedad, para que te cuenten historias a veces emotivas, otras tiernas, en ocasiones conmovedoras, increíbles, duras… Sea como fuere, siempre aleccionadoras. No paramos de aprender de los pacientes y con ellos adquirimos la experiencia y la destreza para ser cada día un poquito mejores. También hay momentos muy especiales y momentos altamente gratificantes. Esa es nuestra fuerza que no debemos olvidar por muy mal que se pongan las cosas.

Gracias al Dr José Antonio Trujillo y a su blog vi el video que verán al final de este “post”. Se titula: “Querido yo a los 17” y está realizado por la promoción 2007-2013 de estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, pertenecientes al grupo del Hospital de Valme con motivo de su graduación el pasado 7 de junio de 2013. Inspirado en el vídeo “Dear 16-year-old me”. Reconozco que me ha inspirado a mi también y me ha hecho sentir algo nostálgica. Por eso he hecho un repaso evolutivo a mi querido “yo” desde que entré en la facultad hasta la actualidad. Ha llovido mucho desde entonces, pero parece que la llama de la “ilusión por esta profesión” la mantengo y espero no perderla nunca.

He aquí, mi querido “yo” (soy la segunda de la izquierda) tras finalizar quinto de carrera en un mes de Agosto en la Menza de la Facultad de Medicina de La Sapienza en Roma en un encuentro con jóvenes estudiantes de Medicina de distintos países: España, Chequia, Hungría, Polonia, Turquía, Egipto e Israel. Fue inolvidable compartir experiencias multiculturales.

Mi querido “yo” (también aquí soy la segunda a la izquierda) en mi primer año MIR con mis compañeros del Hospital l’Esperança de Barcelona.
Mi querido “yo” (aquí estoy la cuarta por la derecha) hace sólo unos días en el Hospital Divino Vallés de Burgos con el equipo que conformamos el Servicio de Oncología Radioterápica.

Ahora sí, les dejo con el video. A mi me ha gustado especialmente. Me enorgullece que los jóvenes médicos tengan el espíritu que en estos minutos de grabación nos muestran. Está impregnado de realidad, pero también de ilusión y esperanza. ¡Disfruten!

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