Cineterapia oncológica: Noviembre dulce (Sweet November) EEUU. Pat O’ Connor 2001 5/5 (1)

Esta película es en realidad un remake, basada en una versión de 1968 escrita por Herman Raucher y titulada “Historia de una rebelde”. Se trata de un drama romántico donde un publicista de mucho éxito (Keanu Reeves como Nelson Moss), obsesionado por el trabajo, conoce a una chica joven, bellísima y de aspecto bohemio (Charlize Theron como Sara Deever) mientras realiza un examen para renovar su carnet de conducir. Él quiere copiar el examen pero desafortunadamente le sacan a ella de la prueba. Fuera de la sala él intenta deshacerse de ella pagándole. Sara averigua dónde vive él, y lo va a ver proponiéndole que la lleve en coche, ya que ella no pudo obtener su carnet por culpa de él. Sin saberlo él le ayuda a sacar a 2 perritos de la perrera. La joven de forma un tanto sorpresiva le propone que vaya a vivir con ella durante un mes. Nelson tras perder su trabajo y a su novia, sintiendo que su vida se desmorona y pierde lo poco que tenía, acepta la oferta.

Nelson se convierte en su “Chico de Noviembre” y Sara le cambia su visión del mundo para siempre. Sara impone reglas peculiares como que no llevar reloj, no usar el teléfono móvil, no mirar la televisión, ni internet, ni usar ropa de lujo… a despegarse de la vida rutinaria de cualquier ser humano. Al principio Nelson no entendía los motivos que impulsaban a Sara a ser así, y hasta le trata un poco mal, porque creía que estaba desequilibrada y no se daba cuenta que todo lo hacía impulsada por su corazón. Nelson empieza a conocer el mundo cálido de Sara, y a producirse una transformación. Tanto es así que incluso rechaza una propuesta de trabajo. Nelson se divierte con Sara como nunca en su vida lo había hecho. Él también conoce a los amigos de Sara, a un niño sin padre, a un vagabundo, y a un par de hombres de apariencia normal durante el día y travestidos en mujeres por la noche.

Nelson le cuenta su vida, pero Sara no le da muchas explicaciones sobre la suya. Nelson se informa a través de internet que Sara y su hermana habían creado una empresa de perritos, la cual ella abandona antes de que sea una empresa exitosa y millonaria. Nelson finalmente le propone en matrimonio, impulsado por una fuerte corazonada a lo cual Sara le dice que no puede, sin dar mayores explicaciones. Finalmente se descubre que Sara padece cáncer, un linfoma en fase refractaria y terminal, que por decisión propia había decidido abandonar los tratamientos desde hacía un año. De ahí se descubre el distanciamiento con su hermana y su familia y que a raíz de su enfermedad había decidido pasar cada mes con un hombre distinto intentando procurarles felicidad, para así ella disfrutar al máximo de la vida que le quedaba sin establecer grandes compromisos. Con Nelson ella se implica emocionalmente sin preveerlo naciendo una verdadera historia de amor. Ella conscientemente abandona la relación al finalizar el mes con el objetivo cumplido de hacerle feliz y dejarle un poso de buenos recuerdos.

Es una conmovedora película que nos muestra bellos fotogramas de San Francisco, así como una perfecta banda sonora estilo “New Age” interpretada por Enya. Aunque no ahonda demasiado en la enfermedad de ella (ni falta que hace) si pone de manifiesto una elección personal, consciente y respetable, con posibilidad de tener una vida plena, libre y exenta de tratamientos. 

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Cineterapia oncológica: Elegir un amor (“Dying young” EEUU, Joel Schumacher, 1991) 5/5 (2)

“Elegir un amor” (“Dying young” en inglés) puede parecer a simple vista un melodrama romántico. En cierto modo lo es. Hilary es una atractiva mujer interpretada por una jovencísima Julia Roberts que harta de su vida amorosa y no amorosa, decide ir a una entrevista de trabajo anunciada en el periódico cuyos requisitos eran ser una chica atenta y servicial. Enfundada en un corto traje de chaqueta rojo que recuerda a “Pretty Woman” acude a la entrevista donde se lleva un chasco inicial por parte del adinerado entrevistador. Victor (Campbell Scott) que es su hijo de 28 años, envía a su mayordomo a su encuentro y le propone a Hilary trabajar para él como cuidadora, ya que padece una leucemia desde hace 10 años. Ella acepta y le acompaña en los tratamientos de quimioterapia. Al llegar a casa aparecen los temidos efectos secundarios que producen un gran impacto emocional en Hilary, que por un momento le hacen dudar y casi está decidida a renunciar. 

Sin embargo, Victor se da cuenta de la situación y se le adelanta diciéndole que puede abandonar el trabajo siempre que ella quiera. Ella sufre una transformación y se “empodera”, pues aunque en aquella época a inicios de los años 90 donde no había acceso a internet, acude a la biblioteca pública en busca de información médica que pueda ayudar a Víctor. Cuida su alimentación y le proporciona los mejores cuidados. Victor reflexiona sobre su situación con Hilary. Como amante de la Historia del Arte intenta enseñarle sus conocimientos y le habla incluso de su tesis doctoral que quiere acabar pronto. 

Se inicia así una historia de amor en la que él desea estar lo mejor posible para disfrutar de esa vida robada. Le dice que ya ha finalizado el tratamiento (no es cierto, él ha decidido abandonarlo conscientemente) y le propone irse de viaje y alquilar una casa para acabar de recuperarse. Hilary entiende que su trabajo ya carece de sentido, pero él insiste en que se quede con él y disfruten del momento. Al cabo de un tiempo él vuelve a encontrarse mal, con dolores y sudores nocturnos. Ella descubre el engaño y finalmente llama a su padre para que le convenza de proseguir con el tratamiento. En la escena final él accede a volver al hospital y seguir luchando juntos gracias a la fuerza y el cariño de Hilary. 

Como podemos comprobar una vez más la leucemia hace aparición de forma muy significativa en el cine, probablemente por el impacto que produce ver afectados por esta enfermedad a niños y jóvenes que apenas han despegado en su ciclo vital. En esta película, como también sucede en otras se observan los estragos de la quimioterapia en unos tiempos en los que apenas había medicamentos eficaces contra el vómito. Al hacer vista atrás y mirar el presente soy consciente de lo mucho que hemos mejorado en el tratamiento de soporte de la quimioterapia y este efecto secundario se ha minimizado de una forma relevante.También en la película se ven los dolores que el protagonista padece y combate con mórficos, así como la típica sudoración nocurna signo de actividad de la enfermedad hematológica.

Es curioso cómo también me ha llamado la atención cómo fuman de forma natural y en lugares públicos los protagonistas en la gran pantalla. En eso también la sociedad americana y europea han cambiado. Ahora nos resulta chocante y políticamente incorrecto ver a un protagonista de película fumando compulsivamente. Las diferencias sociales de ambos protagonistas también se muestran muy patentes, pero afortunadamente el director logra encontrar un equilibrio que hace crecer a los dos.  

La mirada de Víctor es penetrante, llamativa, vital y con ganas de comerse el mundo y el final aunque lacrimógeno está abierto a la imaginación del espectador.

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Cineterapia oncológica: Camino. España. Javier Fesser. 2008

“Camino” es una película dirigida por Javier Fesser inspirada en la vida de Alexia González-Barros. El título corresponde al nombre que se le da a la niña en la ficción y que intencionadamente se corresponde con el libro homónimo escrito por José María Escrivá de Balaguer fundador del Opus Dei. La polémica estuvo servida desde un primer momento ya que en palabras de los familiares de la niña se expresó públicamente que “en ningún momento ha existido ni existe relación, colaboración o participación de ninguna clase con el director, guionista, productor o cualquier otra parte responsable de tal ficción”. Este hecho no hizo más que aumentar el interés del público por la película gratuitamente. Como sucede en la mayoría de las películas de corte biográfico es fácil caer en interpretaciones libres, imprecisiones, omisiones, errores de bulto y fantasía desbordada. 

En la película se cuenta la historia de Camino, una niña creyente y magistralmente interpretada por Nerea Camacho, que a la edad de 11 años es diagnosticada de un raro tumor infantil, un rabdomiosarcoma (un tumor mesenquimal originario de musculatura estriada), situado en la columna cervical. En el transcurso narrativo de la enfermedad la niña es sometida a cuatro impresionantes intervenciones quirúrgicas hechas en primer plano con diferentes abordajes e innecesariamente explícitas para el espectador medio, a quimioterapia y a radioterapia intraoperatoria en una de las intervenciones. Aquí quiero hacer un inciso como especialista, pues lo que aparece en la película es un simple equipo de radioscopia (no hace falta abandonar el quirófano, con el delantal plomado basta) y no un acelerador lineal de electrones que es lo que realmente se emplea en técnicas intraoperatorias (RIO). Para más “inri” lo que aparece en la pantalla en el momento de la radiación son imágenes secuenciales de una resonancia magnética cerebral, cuando lo que se estaba enfocando era la columna cervical de la niña y lo lógico era que apareciera una imagen radiográfica de dicha región. En fin, cosas del cine, de la falta de rigor y del desconocimiento absoluto de mi disciplina médica.

En el filme, Camino se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son nuevos para ella: enamorarse de un modo platónico de un niño que se llama Jesús (el nombre elegido crea un ambiente de confusión entre la realidad y la religiosidad) y el sufrimiento de una grave enfermedad oncológica que la deja tetrapléjica. Camino es una niña alegre, curiosa, guapísima, con unos ojos claros, brillantes, de mirada espontánea y transparente llamando nuestra atención, pues esos ojos se salen casi de la pantalla. En su enfermedad Camino escoge el amor por encima de todo: el amor humano y el amor religioso. Se intercalan en muchas ocasiones preciosas y surrealistas secuencias oníricas. También se nos muestra cómo vive todo este proceso entre su familia, una familia con fuertes convicciones religiosas. La madre, Gloria, es un papel muy bien interpretado por Carme Elías, mostrándonos a una mujer luchadora, extremadamente exigente y controladora, cuya educación religiosa le permite trascender la enfermedad de su hija y que sufre una profunda transformación en esa lucha. El padre, José, también en un formidable papel interpretado por Mariano Venancio encarna la antítesis, mostrándonos la duda en las creencias, la discrepancia de pareceres en cuanto a lo que es mejor para su hija y la incapacidad de enfrentarse a algo tan antinatural como la muerte de su hija. Su pensamiento desvinculado del aspecto religioso vive ahogado en toda la película. La hermana mayor, Nuria, interpretado por Manuela Vellés, es una numeraria del Opus Dei y manifiesta unos sentimientos contrapuestos de admiración y envidia ante su hermana enferma. Finalmente Camino fallece y también el padre en un accidente de tráfico poco tiempo antes, llenando la pantalla de un profundo dolor y sobrecogimiento.

Si tomamos perspectiva y nos alejamos de la polémica podemos ver una película emotiva, arriesgada, bella y bien trabajada a nivel interpretativo. No olvidemos que fue galardonada con seis “Goyas”.  Muy dura sí, no apta para cardíacos y posiblemente tampoco para personas con alta sensibilidad emocional. Quizás lo que podemos extraer de forma positiva es como la inteligencia espiritual (de la que ya habla Gardner en referencia a su teoría de las inteligencias múltiples) es un buen instrumento que nos puede ayudar a sobrellevar una enfermedad dolorosa y grave como el cáncer. Dicha inteligencia espiritual o trascendental está presente en todas las personas incluso en ateas, agnósticas o creyentes de diferentes confesiones religiosas.

En 2011 se rodó un documental, esta vez autorizado y con imágenes reales en formato superocho, sobre la vida de Alexia González-Barros,  para limpiar esas imprecisones y versiones novelísticas de la película de Javier Fesser. Alexia en realidad falleció el 6 de Diciembre de 1985 a la edad de 14 años víctima de un sarcoma de Ewing a los 10 meses de su diagnóstico. La niña manifestó en todo momento una gran fuerza, serenidad y entereza ante la enfermedad fuera de lo común. Era la menor de 7 hermanos, y los dos hermanos que le precedieron fallecieron ambos a los pocos meses de nacer. Una experiencia de sufrimiento extremadamente dura como nos cuentan sus testimonios.

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Cineterapia Oncológica: Otoño en Nueva York. EEUU. Joan Chen 2000 5/5 (2)

“Otoño en Nueva York” narra una típica historia de amor prohibido e imposible entre la joven estudiante de arte Charlotte (Winona Ryder) y del apuesto galán-mujeriego y propietario de un famoso restaurante Will (Richard Gere). Son dos personas muy diferentes por edad, clase social y personalidad. La película transcurre en un marco incomparable y en múltiples ocasiones filmado como es Nueva York. Lo hace en una de las estaciones, el otoño, que bajo mi punto de vista hace a la ciudad más majestuosa si cabe, con esos tonos anaranjados-marrones que tiñen los árboles del Central Park. Como fue rodada a finales de los 90, todavía puede verse el “skyline” de antaño con sus Torres Gemelas que poco después fueron tristemente desaparecidas. También hace aparición la fiesta de “Halloween”, la nieve y la Navidad con su pista de hielo incluída en el Rockefeller Center. Me ha traído gratos recuerdos de la ciudad que nunca duerme.

Sobre este escenario descrito de Nueva York transcurre la narrativa. Parece que dicha relación se convierte en una más de las innumerables conquistas o aventuras amorosas de nuestro arquetípico guaperas y seductor protagonista. Sin embargo, algo se transforma cuando ella le cuenta que padece un cáncer en fase terminal, un neuroblastoma (se hace raro ver este tipo de tumor en una joven, pues es típicamente un tumor infantil) que se ha hecho resistente a todo tipo de tratamientos. Will entonces inicia un cambio paulatino en su percepción de la vida y del amor. Surge su cara humana e inicia una gesta en busca de una posible intervención quirúrgica que le salve la vida “in extremis”. Charlotte es muy consciente de su situación y trata con todas sus fuerzas de cumplir con el deseo de vivir una gran aventura de amor antes de enfrentarse a su final.

Quizás no sea una gran película cinematográficamente hablando, pues a veces cae en tópicos melodramáticos demasiado manidos. Sin embargo el entorno, la banda sonora y la historia tienen una belleza dignas de ser contadas.

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Cineterapia oncológica: Quimio. (Chemia) Polonia. Pawel Lozinski, 2009


En el Hospital de Día de la Clínica Oncológica de Varsovia todo el mundo charla. Conversar parece parte del tratamiento, hablar con el vecino de la cama de al lado sobre la medicación prescrita. Hombres, mujeres, ancianos y niños intercambian remedios naturales mientras comparten preocupaciones y se dan consejos. Un padre quiere vivir suficiente como para ver la tesis de su hijo acabada, otro espera asistir a una boda con ilusión, una madre embarazada piensa en cómo será conocer a su hijo. Hablan de sus miedos, sus remordimientos y de las mentiras que explican a los más cercanos para que sufran menos. Momentos ordinarios se magnifican en primeros planos: una sonrisa, una lágrima, una mirada de ilusión. Para algunos, éstas serán sus últimas charlas. Para otros, pasarán a ser el recuerdo más amable de aquella época de hospital y enfermedad.

Quimio narra, con el realismo que caracteriza los documentales del director polaco Pawel Lozinski, cómo piensan, qué sienten y cómo viven los enfermos (reales) de la Unidad de Oncología del Hospital de Varsovia. Una película de género social en formato documental.

Diferentes pacientes, hombres y mujeres de edades diversas, se encuentran en una sala de tratamiento de quimioterapia mientras luchan para vencer al cáncer. Pasan horas, días y semanas compartiendo sus experiencias con la enfermedad, sus dudas y sus miedos: ¿Hasta cuándo viviré? ¿Qué es lo qué pasará? Pero también y sobre todo hablando sobre las cosas más cotidianas de su día a día.

Trazos de vida consciente son el hilo conductor del filme. Un padre espera poder ver la tesis de postgrado acabada de su hijo. Kasia padece una enfermedad de Hodgkin y enseña orgullosa la foto de su hijo de 6 meses. Krystztof y su madre bromean sobre el dinero que ahorraran en espuma de afeitar.

Los problemas universales se convierten en únicos y transcendentales cuando hay la posibilidad de que la vida termine antes de lo que esperabas. Y, a la vez, las ilusiones cotidianas, pospuestas para cuando termine el tratamiento, tienen más fuerza que nunca.

Quimio es un documental construido mediante de secuencias en primer plano con el objetivo de mostrar la realidad de una forma muy cercana, hasta intimar con el espectador, a quien se le otorga la confianza y confidencialidad de todo aquello que se dice. La cámara se convierte en testimonio prácticamente invisible de diálogos conmovedores. De vez en cuando, un plano general del exterior a través de la ventana, recuerda que la vida continúa. El único sonido del documental es la voz de los pacientes y de sus acompañantes.

Quimio es un testimonio de cómo viven y sienten los enfermos de cáncer que tienen una única certeza de futuro, la de saber que deben luchar. La misma que tenemos todos, pero con un reto extra: el de vencer una batalla imposible de posponer.

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