#2MIR15

Mañana sábado 31 de Enero se celebra la convocatoria del examen MIR 2015. Es, sin duda, un día muy especial para los 12.346 licenciados que se presentan compitiendo por 6.102 plazas convocadas por el Ministerio de Sanidad. Expectación, nervios y ganas de que pase ya, son muchas de las sensaciones que se mezclan en ese día. Una vez realizado, uno respira aliviado y se comenta la jugada con otros compañeros. Luego está la espera de los resultados provisionales, las impugnaciones a las preguntas mal formuladas o incorrectas (siempre hay alguna), para pasar ya al resultado definitivo. Con él te dan un número de orden a partir del cual puedes escoger especialidad y hospital donde formarte en una inmensa lista que te proporcionan. Esperas hasta llegar tu turno, escoges y le das a la tecla ENTER. ¡YA ERES UN MIR! (Léase: Médico Interno Residente)

Ha llovido mucho desde que yo me presenté al MIR, a finales del año 1990. Pertenezco a la generación del “baby boom” y en el año que acabé mi carrera había licenciados de Medicina a patadas. Aproximadamente nos presentábamos unos 25.000 aspirantes para unas tresmil y pico plazas. Haciendo cuentas sólo uno de cada cuatro licenciados conseguía una ansiada plaza, así que los otros tres se quedaban en la cuneta hasta el año próximo. Acabé la carrera en Junio y convocaron el MIR tan sólo tres meses después. Poco tiempo para prepararlo, es cierto, pero quizá contaba con la ventaja de tener los conocimientos muy frescos. Fueron tres meses de encierro “monacal” y de estudio intenso, dejándome las pestañas en mis apuntes y repasando las fotocopias de los exámenes de años anteriores con sus preguntas y respuestas de elección múltiple, cogiéndole poco a poco el tranquillo. Pensad que entonces no existía ni internet, ni los teléfonos móviles. 
Me presenté al examen sin mucha presión, pues con tan poco tiempo para preparármelo me dije a mi misma que no perdía nada por intentarlo y si no salía pues tenía un año por delante para estudiar y sacármelo. Estar tranquila y pensar que la suerte estaba echada fue un punto importante para no agobiarme demasiado en el examen. Salí contenta y satisfecha por el esfuerzo realizado. A los pocos días salieron los resultados, corregí mi examen y no me podía creer que podía estar dentro de los aspirantes a MIR. Fue un regalo inmenso. Luego vinieron los resultados definitivos que me favorecieron, adelantando unos cuantos números. 
A partir de ahí barajé todas las posibilidades. Sabía que quería hacer una especialidad relacionada con el cáncer, pero no sabía a cuál podría optar. Finalmente tras hablar y hablar con muchos MIR comencé a pensar en que la Oncología Radioterápica sería una firme candidata a ser la escogida. La verdad es que poco sabía de ella cuando acabé la carrera, como le ocurre aún hoy en día a muchos estudiantes de Medicina. 
Desde que escribo este blog ya han sido varios los estudiantes de Medicina que se han sentido atraídos por esta especialidad y me lo han verbalizado. Así que a los aspirantes #2MIR15 les expongo unas cuantas características para se contemple a la Oncología Radioterápica como una especialidad médica atractiva:

– Es una especialidad médica muy clínica donde la empatía y el trato humano con el paciente oncológico es fundamental.

– Se adquieren destacados conocimientos en Medicina Interna, Oncología Clínica y Médica, Cuidados Paliativos, Anatomía Patológica, Radiología, Física Médica y Radiobiología entre otros.

– Es una especialidad médico-quirúrgica, pues existe una parte llamada braquiterapia que se aplica en un radioquirófano.

– Somos parte de un equipo interdisciplinar formado por varios y múltiples especialistas que nos reunimos en Comités de Tumores para tomar decisiones colegiadas acerca de la mejor indicación y secuencia de tratamientos en cada paciente.

– Es una especialidad muy dinámica y con múltiples facetas en donde la tecnología forma parte de nuestro hábitat natural, pues necesitamos de ella para administrar los tratamientos que prescribimos.

– Los avances técnicos en estos últimos 20 años han sido espectaculares y quedan muchos por venir con los conocimientos en radiobiología, genómica, inmunología, radiopotenciadores, radioprotectores, etc.

La Dra Almudena Rodríguez nos explica en este video su perspectiva como MIR de Oncología Radioterápica con sus luces y sus sombras.  Una visión clara y certera.

Ánimo y valor a todos los aspirantes de #2MIR15

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Carnaval de Heroínas

El carnaval se va acercando y en él sacamos punta a muchas de nuestras miserias, nos desinhibimos y aprovechamos el disfraz y el sentido del humor como un catalizador absolutamente necesario. Esto se describe en su máxima expresión con el maravilloso ingenio de los conocidos Carnavales de Cádiz y sus famosas chirigotas.

Manuel García Molina cordobés de nacimiento, pero gaditano de alma, ha tenido a bien dedicarme unas palabras y videos a través de los ojos del Carnaval de Cádiz para esas heroínas anónimas y ángeles de la guarda, que son las pacientes con cáncer de mama. Una fórmula de efectos sorprendentes y terapéuticos. Les dejo con sus palabras:

Estimadas Heroínas y Ángeles de la Guarda: 

Este post, que amablemente la Dra. Virginia Ruiz me ha cedido en su blog, me gustaría dedicárselo a las Heroínas y Ángeles de la Guarda que todos los días luchan sin descanso por lo único que en este mundo se merece pelear: LA VIDA 

En la historia del Carnaval de Cádiz han sido muchas las ocasiones que os hemos homenajeado, pero totalmente insuficientes para lo que os merecéis. Son vuestras  esperanzas convertidas en musa lo que ha hecho que muchas noches cogiésemos un lápiz y un papel. 

Me gustaría hacer un pequeño repaso por aquellas agrupaciones, que desde este sur lleno de pasión y compromiso llamado Andalucía, nos han recordado vuestra batalla. 

“La mujer es la mujer,  
una patria sin bandera,
la mujer es madre de las madres
 de los hombres que han nacío” 

Juan Carlos Aragón

En un primer momento se puede pensar que el Carnaval no es el foro perfecto para recordar vuestra contienda, pero es exactamente el reino de nuestro Dios Momo donde mejor podemos rendiros un homenaje aquellos que estamos enamorados de esta musa esquiva llamada Carnaval. 

En cada pisada por las calles de Gades se nos presenta la oportunidad de recordar la lucha y la libertad en mayúsculas, aquel liberalismo que convirtió a Cádiz en cuna de las libertades y madre de la Constitución, hoy se nos presenta en vuestro caso como un ejemplo de lucha por la vida. Hay algo más que valiente para luchar por la vida y en consecuencia por la libertad. 

Cádiz y Andalucía os homenajean en cada suspiro, en cada canto y en cada tipo o máscara. Nuestras voces y nuestros sentimientos se plasman como vientos huracanados en nuestras letras, como ejemplo de las mismas me animo a recordar a la Chirigota “Los Protagonistas” que os dedica un pasodoble llamado “Voy a ponerme este pañuelo”

Doctor, que este pañuelo en la cabeza  
lo llevaré con tal dignidad y valentía,  
pa’ que sepan bien por la calle 
que conmigo no hay quien pueda,

ya se convirtió en mi bandera,  

en mi bandera, 

¡en mi bandera! 



Pero no solo Don Enrique García Rosado alias “Quique Remolino” se ha atrevido a cantaros sino muchos grandes autores insignes de nuestro carnaval como Don Antonio Martin, Don Tino Tovar, Don Pedro Serrano, Don Juan A. Diaz y muchos más que seguro que mi desmemoria me impide reseñar han compartido con vosotras nuestro aliento.

Para terminar, quisiera reflejar que el Carnaval representa el final del Invierno y el llamamiento a la Primavera o lo que es lo mismo el ocaso de una época fría y oscura convertida en otra llena de esperanza. El renacimiento de la Naturaleza, al cantar de los pájaros y la bienaventurada vida que todo lo fluye. 

Vosotras y vuestr@s Ángeles de la Guarda sois ejemplo del incansable amor por la Vida en definitiva sois unas enamoradas de la ella sin remedio. 

Por lo que os animo este año a llenaros de los versos alocados  y gritar con toda vuestras fuerzas:

“Porque he apredido a vivir, vivir, vivir, vivir
Ahora si sé disfrutar,
cada segundo que vivo lo valoro mucho más
porque he aprendido a vivir, vivir, vivir, vivir
Me quedo en la eternidad
porque se me hacen eternos to’ los besos que me da'”
Chirigota “Ricas y Maduras”

https://www.youtube.com/watch?v=ltinXSLVmS4

Para acabar la Chririgota  De Nuevo en el Mercado” del año 2012 de Don Juan Antonio Díaz y Don Daniel Amaya con “Mujeres de Alta Clase Social que van al Mercado”

¡Suerte Heroínas!

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Peregrinaje hacia radioterapia 5/5 (2)

Hace unos días salía a la luz en las páginas centrales del semanario “Interviú” un reportaje sobre radioterapia y las promesas rotas del cáncer que nada tenía de erótico-festivo, aunque este sea éste su clásico reclamo de portada. De todos modos, viendo los déficits y problemas que a diario sufrimos médicos y pacientes, no descarto que algún día haya que hacer un “Full Monty” o iniciativa similar para llamar la atención.

Este semanario ya se había hecho eco en ediciones anteriores de los problemas que presentan a diario los pacientes que acuden a radioterapia en el territorio español, bajo el título de “El peregrinaje hacia la radioterapia” y “Los vuelos del cáncer”. En los tres artículos hay un denominador común que no es más que explicar todas las penalidades que sufren nuestros pacientes para poder llegar a tiempo a darse sus sesiones de radioterapia.

Un tratamiento estándar de radioterapia puede durar entre cinco y siete semanas según el caso. Si existen averías, revisiones de máquina programadas, festivos múltiples o toxicidades que obliguen a interrumpir el tratamiento puede que el tiempo se alargue. Cada sesión de radioterapia dura aproximadamente unos 15 minutos de media. Habitualmente son tratamientos que pueden aplicarse de forma ambulatoria y permiten a los enfermos hacer una vida relativamente normal tras cada sesión.

Visto así, parece sencillo y llevadero, pero hay una realidad detrás en la que quizá no reparamos con la suficiente conciencia. Si el paciente vive en la ciudad donde está el equipamiento de radioterapia no tiene mayor problema en acudir todos los días al hospital. Sin embargo, cuando el paciente vive en un pueblo perdido, sin apenas transporte público y a kilómetros del centro que se le ha asignado por el Servicio de Salud de su Comunidad Autónoma, las cosas se complican. El paciente, al menos eso ocurre en Castilla y León, se ve obligado a ser transportado en una ambulancia colectiva que recoge a pacientes de la zona, los trae al Servicio de Oncología Radioterápica y cuando todos los pacientes de esa ambulancia han acabado el tratamiento los devuelve a sus domicilios. Y así día tras día. Muchos se levantan a las 4 o 5 de la madrugada y llegan a su casa por la tarde. Llegan a su casa sin ganas de hacerse la comida ni de comer, mareados o exhaustos. Algunos hacen hasta 400 km diarios, pues en Burgos tratamos a pacientes de la provincia de Burgos, Palencia y Soria. Una extensión geográfica muy amplia, con malas carreteras en algunos casos o condiciones climáticas muy adversas en invierno como la nieve y el hielo. Desde que estoy aquí recuerdo al menos tres accidentes de tráfico en este peregrinar, con mayores o menores consecuencias.

Lo que creo que los gestores no reparan es que algunos de estos pacientes tienen Servicios de Oncología Radioterápica a menos kilómetros o mejor comunicados, por lo que si en lugar de hacer una distribución del flujo de pacientes en función de la provincia o Comunidad Autónoma donde reside el paciente se hiciera por cercanía del centro hospitalario a su domicilio el confort del paciente ganaría muchos enteros. Por poner un ejemplo, un paciente de Miranda de Ebro tiene a veinte minutos el Hospital Txagorritxu de Vitoria y a una hora o más (dependiendo del itinerario por carretera nacional o autopista de pago) hasta Burgos. Lo mismo ocurre con algunos pueblos de Palencia como Venta de Baños que tienen Valladolid a 30 minutos y Burgos a 1 hora, por no hablar de los pueblos limítrofes con otras comunidades o los pueblos de montaña. Esto es especialmente dramático para pacientes con un estado general deteriorado, pluripatológicos o muy mayores. En algunos casos nos vemos obligados a ingresarlos en el Hospital para que puedan cumplir con el tratamiento. Los oncólogos radioterapeutas intentamos hacer cada vez más tratamientos hipofraccionados en mama (mayor dosis por fracción con el mismo efecto y menor duración global del tratamiento) y otras patologías donde es posible hacerlo. La Asociación Española Contra el Cáncer dispone de pisos de acogida para estos pacientes, pero no es siempre una opción disponible y se requiere que los pacientes estén en todo momento acompañados.

En el mencionado artículo apuntado arriba se hace referencia a las promesas electorales sobre la puesta en marcha de Servicios de Oncología Radioterápica en varias localidades como en Palencia donde son tratados en el Hospital Universitario de Burgos donde yo trabajo, en Segovia que son tratados en Valladolid, en Ceuta donde tienen que cruzar el Estrecho para tratarse en Algeciras, los vecinos de Melilla que deben ir al Hospital Carlos Haya de Málaga o los pacientes de Ibiza y Menorca que deben trasladarse al Hospital de Son Espases en Palma de Mallorca. El número de habitantes de dichos lugares probablemente lleve al argumento de que si se crearan allí Unidades de Oncología Radioterápica, éstas no serían rentables. Pero quizá no haya que verlo todo desde un punto de vista estrictamente económico. Hay que ver lo que se ahorra en transporte y en calidad de vida de los enfermos oncológicos que ya sufren de por sí demasiados contratiempos. Debería ser un compromiso ético con el paciente. Si lo pensamos bien tampoco es rentable investigar sobre tumores infantiles, sobre enfermedades o tumores raros y no por ello se ha de dejar destinar recursos a estos grupos de pacientes más desfavorecidos. Si se trabaja a medio gas en estas instalaciones periféricas, ¿se ha pensado por ejemplo rentabilizarlas con un en destino como la investigación e irradiar por ejemplo cultivos celulares para estudios radiobiológicos que son necesarios?

La sanidad española se ha vanagloriado siempre de ser modélico y universal, pero tengo la extraña sensación de que desde que se ha disgregado por Comunidades Autónomas las diferencias empiezan a ser ya demasiado notorias. Porque si somos todos “hijos de un mismo Dios” y pagamos todos nuestros impuestos para una caja común ¿por qué no recibimos la misma atención sanitaria en función del lugar de residencia?

Canción de Macaco: Hijos de un mismo Dios.

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Su última maratón

Este hombre llevaba toda la vida corriendo, una vocación de la que vivía y que le había dado, según el mismo presumía, más de mil medallas. A sus 95 años, Emiel Pauwels, el atleta más longevo del mundo, sólo pensaba en nuevas metas. Y la perspectiva de tener que renunciar a ellas por un cáncer de estómago le quitó las ganas de seguir. Y no pensaba sólo en el atletismo. Así que cuando este belga nonagenario supo que la enfermedad le obligaría a cambiar de vida, decidió acabar su carrera más larga. Él, que tantos retos había afrontado desde los 14 años, optó por acogerse a la eutanasia. Murió tras solicitar una inyección letal (permitida en su país de origen, Bélgica) tras despedirse por todo lo alto.
La historia de Emiel Pauwels encierra una mezcla de miedo a la enfermedad y valentía ante la muerte que le llevó a tomar un camino inimaginable en casi cualquier otra parte del mundo.  “Para nosotros ha sido una cuestión sencilla que hemos discutido juntos”, explica con serenidad Eddy, su único hijo. Cuando se le pregunta si ha sido duro aceptarlo, asegura haber estado “al cien por cien junto a su padre” en esta elección, que no duda en calificar de valiente.
Desde Brujas, donde tiene su domicilio, el hijo de Pauwels explicó los motivos: “Era el fin de su carrera como atleta, ya no podía correr más y entonces decidió acabar con su vida. Correr era muy importante para él”.
Pauwels, con sus medallas, delante de su hijo, Eddy; sus sobrinas Ingrid (izquierda) y Josiane, y el marido de esta, Roger; en la reunión familiar la víspera de su muerte. Fuente: Diario El País.
Tanto o más que el recurso a la eutanasia, la historia conmueve por la forma que tuvo Pauwels de decir adiós a la vida. En lugar de vivir el proceso de forma lacrimógena, el atleta abrió las puertas de su casa en los últimos días a todo el que quisiera pasar a despedirse y coronó el adiós con una fiesta el pasado lunes, un día antes de la muerte, rodeado de las 20 o 30 personas más queridas, entre ellas su hijo. Brindó con champán y lo consideró “la última travesura” de su trayectoria.
La fiesta se convirtió en una auténtica oda a la vida. “No lloréis por mí”, dijo a sus allegados, con los que quiso fotografiarse para dejar constancia del momento. “Esas lágrimas me ponen triste. Sed felices, como yo. Toda la gente a la que quiero está hoy aquí. Solo por mí. Por eso puedo ser feliz”, recordó a los asistentes. Y concluyó: “Ha sido la mejor fiesta de mi vida”.
Esa manera tan heterodoxa de celebrar la muerte ha sorprendido a los propios belgas, acostumbrados a vivir la eutanasia como un derecho del paciente cuando se enfrenta a una enfermedad terminal. Era el caso de Pauwels, aunque con matices. El cáncer que le habían detectado en noviembre, justo después de haber conseguido un oro en la Copa del Mundo 2013 celebrada en Brasil, amenazaba con postrarlo en una cama hasta su muerte. Los médicos le auguraban una buena recuperación y por eso lo habían animado a operarse. Pero la hipótesis de pasar al menos 20 días en el hospital fue demasiado para él, explica Bert Heyvaert, periodista del diario belga De Standaard, que lo entrevistó poco antes del fallecimiento. “No quería sufrir a los 95 años. Además, ya me estaba sintiendo bastante enfermo y no sabía si podría seguir llevando la misma vida después de la operación. Así que decidí hacer los papeles para la eutanasia”, le confió a este periodista.
En Bélgica es tradición organizar, tras el fallecimiento de un ser querido, lo que se denomina una mesa de café. Los allegados comparten mantel y recuerdan al fallecido mientras beben café acompañado de algo dulce. Con el paso de las horas, las lágrimas iniciales suelen convertirse en sonrisas al recordar los mejores momentos del difunto. Bert toma la analogía de un experto en eutanasia al asegurar que lo que hizo Emiel Pauwels con la fiesta en su domicilio fue “organizar su propia mesa de café en vida”.
El atleta belga, que seguía ganando a los 95 años, recurre a la eutanasia. “Sed felices como yo”, pidió a sus amigos
La peripecia de Pauwels resulta, en todo caso, poco representativa de la eutanasia tipo en Bélgica. De las más de 1.000 que se realizan anualmente en el país (el 1% del total de fallecimientos, con un importante incremento en los últimos años), una mínima parte se ajusta al patrón de Pauwels: ancianos que consideran haber vivido lo suficiente y prefieren marcharse antes de enfrentarse a una enfermedad sobrevenida. “Tres cuartas partes de los enfermos que piden someterse a la eutanasia sufren enfermedades muy graves, en fase terminal. Hay muy pocos casos que coincidan con el perfil de Pauwels, nonagenario con un cáncer provocado por su edad”, argumenta Marc van Hoey, presidente de la asociación Right to Die (Derecho a Morir) en Bélgica. Este médico, con más de 20 años de experiencia a sus espaldas, insiste en que el proceso es muy estricto y que los profesionales se aseguran de que todas las eutanasias practicadas sean legales.
Bélgica es uno de los países más avanzados en la regulación de la eutanasia (solo Holanda, Luxemburgo y Suiza la contemplan también en Europa). La ley se aplica desde 2002 para adultos que hayan expresado la voluntad de morir al experimentar un sufrimiento físico o psíquico que no se puede aliviar. 
Antes de llegar a un estado terminal, Emiel Pauwels eligió morir como había vivido: rezumando energía. La misma que exhibía en la carrera que disputó en San Sebastián, cuando resultó ganador en 60 metros lisos. Y con un sentido del humor del que hacía gala al aludir, casi hasta el último momento, al interés que despertaba en las mujeres por sus proezas deportivas.
Esta historia puede parecernos comprensible dado que Pauwels había completado su ciclo vital con creces y cumplido su sueño de correr hasta el final de sus días, sin entrar a valorar el debate moral que evidentemente se nos plantea y que aquí no entro a juzgar. Mi intención es realizar un sano ejercicio mental para tomar conciencia de la levedad de la vida y de cómo nos gustaría a cada uno que fueran esos últimos días si supiéramos su fecha de caducidad. 
Hace pocos meses los medios de comunicación se hicieron eco de otro caso, el de Brittany Maynard, una joven estadounidense de 29 años afecta de un glioblastoma multiforme que decidió libre y conscientemente el momento de poner fin a su enfermedad y todo lo que ella le conllevaba, a través de un mismo procedimiento legal en un estado de su país. Ella es la otra cara de la misma moneda, un contrapunto, pues era una mujer joven a la que le quedaban muchos sueños por cumplir y que no había acabado con su previsible ciclo vital, pero que al igual que Emiels tenía muy claros los motivos por los que decidía limitar el esfuerzo terapéutico y no continuar. En nuestro país creemos que unos buenos y esmerados cuidados paliativos mitigan el sufrimiento de ese proceso natural que a todos nos llegará en su momento. A nivel bioético a nadie se nos escapa la duda que se nos plantea y nos surge. Son muchas cuestiones aún por resolver y reflexionar. Brittany responde a esta cuestión según su testimonio y sus propias palabras:
Mi sueño es que cada enfermo terminal tenga la elección a morir en términos de su propia dignidad”


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