Un día cualquiera en el cole

Hace unos días, con motivo de las semanas de las profesiones, tuve que dar una charla en el colegio de mis hijas concretamente en la clase de la más pequeña, de 7 años, sobre mi profesión. Aunque como madre estoy familiarizada con las reacciones de los niños, tener un auditorio de estas características no deja de ser un pequeño desafío. No sólo has de ir preparada, sino tener grandes dotes de improvisación.
Me presenté como médico y como mamá de una de las compañeras de la clase. Les nombré mi especialidad, que como es lógico les sonaba a chino, pues sí ya es difícil que te entiendan los adultos, imagínarse lo que puede ser para los niños. 
Comencé para captar su atención formulando preguntas, fomentando la participación de los pequeños:
Pregunta: 
¿Alguien sabe lo que es el cáncer?
Respuestas:
– Unas células del cuerpo que se ponen muy nerviosas
– Una enfermedad muy difícil de curar
– Una enfermedad que tuvo mi tío, mi abuelo, etc.
Pregunta: 
¿Sabéis cómo se cura el cáncer?
Respuestas: 
– Con unas pastillas
– Con una operación
– Con unas medicinas que te hacen caer el pelo
No van desencaminados los chavales. A partir de ese punto de partida les expliqué que el cáncer es una enfermedad en las que un grupo de células crecen de forma descontrolada rompiendo todas las barreras que se encuentran a su paso en el órgano donde se encuentran situados. Estas células descontroladas pueden a su vez desprenderse del tumor original e invadir vasos linfáticos o vasos sanguíneos, siendo transportadas por la sangre hasta lugares lejanos donde crecen y forman las metástasis. 
Luego les conté que básicamente existían tres tratamientos contra esta enfermedad: la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia. 
Aquí empecé a entrar en materia sobre lo que es la radioterapia y el uso clínico de las radiaciones ionizantes a través de ejemplos sencillos y muy visuales. Les llevé una máscara termoplástica para que entendieran lo importante que es mantener inmovilizada la zona a tratar. Luego les puse el fantástico video de dibujos animadosOne of a kindque es fantástico para ellos y aunque esté en inglés lo entendieron perfectamente. 
Finalmente les dejé un turno de preguntas en el que ellos me preguntaron por cánceres padecidos por gente famosa o de familiares cercanos. He de decir que fue una bonita y constructiva experiencia, pues no deberíamos nunca perder la visión espontánea, natural y sencilla con que los niños ven a esta enfermedad que en muchas ocasiones tratamos de ocultarles.
Invito a mis lectores a que nunca abandonen al niño que llevan dentro. Les dejo con este simpático video “happy” que muestra ese espíritu positivo que tanto se echa en falta en nuestros hospitales.

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Cineterapia oncológica: Magnolia. EEUU. 1999. Paul Thomas Anderson

Magnolia es una película que narra nueve historias aparentemente inconexas que tienen lugar en el Valle de San Fernando en Los Ángeles. Esas nueve tramas se encuentran en la recta final de la película cobrando así sentido. Así nos encontramos con un padre rico moribundo, un policía enamorado, un niño prodigio, un presentador famoso de concursos televisivos, una hija adicta a la cocaína, un gurú mediático y un enfermo terminal de cáncer de pulmón encarnado por un espectacular Jason Robards y que supone un homenaje precioso a su carrera pues moriría meses después del mismo mal que su personaje. 
El elenco de actores que interpretan a los distintos personajes son grandes figuras del firmamento cinematográfico norteamericano: Tom Cruise, Julianne Moore, Philip Baker Hall, William H Macy y el mencionado Jason Robards. Todos ellos tienen su minuto de gloria interpretativa y su protagonismo.
La idea central de la película versa sobre esa realidad actual que nos acucia: la despersonalización de las grandes ciudades, la soledad brutal y paradójica en la era de la comunicación total, los ritmos de trabajo agobiantes, las crisis sentimentales, el mundo de la drogadicción, el papel de la paternidad, el final de la vida y el perdón. 
En Magnolia, aparecen dos enfermos terminales. El primero de ellos es un presentador de concursos televisivos con una trayectoria de éxito ya entrado en años y al que se le comunica que padece cáncer en una fase avanzada. Su hija es una drogadicta a la cocaína que vive con el vértigo y la exasperación de su adicción. El padre le comunica su diagnóstico y ella parece no inmutarse. El por qué de ello se vislumbra con una confesión a su mujer de un abuso por parte de él en su infancia. La hija no le perdona y entiende que su muerte inminente no va a cambiar las cosas. 
El segundo enfermo terminal es un padre rico y poderoso que aparece postrado en la cama. Su actual mujer se casó con él por dinero. En el proceso final de la enfermedad ella sufre una transformación y se arrepiente de su deseo de la muerte de su marido. Este enfermo le pide un deseo último a su enfermero, suplicándole que encuentre a su hijo con el que hace años que no se habla. Ese hijo, magistralmente interpretado por Cruise, se había desprendido del apellido de su padre y utilizaba el de su madre. Esto ocurrió porque a la edad de catorce años su madre cayó gravemente enferma y su padre le dejó a cargo de su cuidado, muriendo a los pocos meses. El hijo acude a la cita de su padre y le recrimina que no fue justo con él ya que no estuvo a la altura de las circunstancias en lo que en aquel momento implicaba ser padre. Este hijo tampoco perdona a su padre. La escena prodigiosa del hijo desencajado en el lecho de muerte de su padre es sublime. De aquí trasciende que hay cosas que de un padre se pueden perdonar, pero hay cosas que no están en un hijo perdonarlas. 
Magnolia es sin duda una de las mejores películas del director Paul Thomas Anderson. Una película diferente y transgresora.

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Una heroína (para) olímpica

Silvia Elvira es todo un ejemplo de superación y resiliencia frente al cáncer. Con sólo 18 años fue diagnosticada de un sarcoma y diez años después sufrió la amputación quirúrgica de su pierna izquierda por encima de la rodilla. Tras años de tratamientos y diversas cirugías puede contarlo e incluso es madre de dos mellizos: Oriol y Guillem de seis años de edad.

Olvida sus problemas funcionales de vivir con una sola pierna gracias a la fuerza que le dan sus hijos y a su afición al piragüismo. Dice que ambos han supuesto su renacimiento y son los pilares con los que sostiene una vida digna de toda admiración.

Silvia entrena prácticamente a diario en el Canal Olímpic de Cataluña en Castelldefels, en la modalidad de paracanoe K1LTA, un kayak monoplaza adaptado y que será incluido por primera vez en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016.

Gracias a este deporte, Silvia ha conseguido superar barreras personales, físicas y psicológicas. Su vida se encuentra plagada de retos y adversidades que ha conseguido vencer con automotivación, disciplina, perseverancia, seguridad y espíritu de sacrificio. Ha trabajado y trabaja muy duro para conseguir patrocinadores y financiación privada en su ambicioso proyecto deportivo. Sueña con ser la primera mujer que participe en paracanoe y consiga una medalla olímpica en su categoría.

Desde aquí quiero enviar a Silvia un mensaje de apoyo, admiración y respeto, deseándole lo mejor para que su desafío llegue seguro a buen puerto.

Les dejo con el video: Ningún día es un día cualquiera.

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Ser madre después del cáncer

Ser madre después de superar un cáncer puede ser parecer una tarea difícil o casi imposible. A muchas pacientes el cáncer les sobreviene en la niñez, la adolescencia o en plena edad fértil. La tasa de supervivencia en tumores infantiles y adolescentes es del 70%, en las leucemias linfoblásticas agudas es del 80% y en los linfomas de Hodgkin del 90%. El cáncer de mama también puede afectar a un número significativo de mujeres en edad fértil en las que han mejorado las tasas de supervivencia. 
El cáncer no tiene por qué ser considerada una enfermedad mortal y la calidad de vida de los supervivientes es uno de los retos que se nos presentan cada vez más a los oncólogos.
Las mujeres sufren en gran medida las consecuencias de los tratamientos. La quimioterapia puede provocar una disminución o incluso una anulación de la función ovárica. La radioterapia lo hace cuando ha de aplicarse en la región pélvica o cerca de ella. Así, se estima que un 42% de las pacientes en edad fértil que reciben un tratamiento oncológico van a presentar problemas de fertilidad.  Por ello, preservarla en el momento diagnóstico debería se una cuestión que siempre se debe plantear a una paciente de estas características.
Desde hace ya unos años se están consolidando estrategias para proteger y conservar la función ovárica en pacientes oncológicas:
Antes del tratamiento oncológico: 

1.- Criopreservación de ovocitos o vitrificación:
Consiste en la congelación de ovocitos tras realizar una estimulación ovárica. Mediante esta técnica se consiguen excelentes resultados a la hora de descongelar. La ventaja de esta opción es que permite a la mujer tener hijos años después de congelarlos, pero con las mismas posibilidades que cuando se vitrificaron sus óvulos. No está indicada en niñas. 
2.- Criopreservación de tejido ovárico:
Con esta técnica conseguimos preservar la fertilidad y la función hormonal ovárica. Consiste en la extracción mediante cirugía laparoscópica de la corteza de uno de los dos ovarios, para ser congelada posteriormente. Cuando la paciente obtiene la curación de su enfermedad, la corteza ovárica se reimplanta en el mismo sitio donde se obtuvo. Puede indicarse en niñas, adolescentes y mujeres jóvenes.
3.- Otras opciones:
La transposición quirúrgica de los ovarios se realiza para evitar la exposición directa de los ovarios a la radioterapia y suele realizarse con cirugía laparoscópica.  
Después del tratamiento oncológico:

1.- Medios naturales:
La recuperación de la función ovárica normal es la situación más deseable, pero desgraciadamente es infrecuente, pues no supera el 20-30% de los casos. En estas situaciones lo más adecuado es tratar de obtener una gestación por medios naturales. Es aconsejable esperar un tiempo que le recomiende su oncólogo antes de intentar una gestación espontánea.
2.- Reproducción asistida:
Si la función ovárica se recupera, pero la reserva ovárica es escasa, las posibilidades de obtener un embarazo natural se reducen de forma drástica. Por ello es importante antes de someterse a un tratamiento de reproducción asistida, realizar un estudio exhaustivo de la función ovárica para valorar las posibilidades de quedarse embarazada. Así, en función de la edad y la reserva ovárica de la mujer se podrán realizar diferentes tratamientos de reproducción asistida: inseminación artificial, fecundación in vitro o microinyección intracitoplasmática de espermatozoides. 
3.- Donación de óvulos:
En el caso de que la función ovárica no se recuperase, existe otra alternativa que es obtener una gestación con óvulos de una donante, ya que el útero no se va a ver dañado por los tratamientos.
4.- Adopción:
Esta es siempre una alternativa a contemplar, no menos importante si se desea ser mamá. 
Ayer fue el Día de la Madre y desde aquí quiero homenajear a todas las madres, especialmente a aquellas valientes que han sido madres después de superado un cáncer.

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Cineterapia oncológica: La Caja China (Chinese Box) EEUU.1997. Wayne Wang 4/5 (1)

La Caja China se inicia en Hong-Kong concretamente en la Nochevieja de 1996. En la colonia británica se entremezclan como en ningún otro lugar del mundo, comunismo y capitalismo, tradición y modernidad, se celebra la entrada de un año histórico: el que pondrá fin al colonialismo inglés. John (interpretado por Jeremy Irons) es un periodista británico, especializado en finanzas que vive en Hong Kong desde hace quince años y está profundamente enamorado de Vivian (interpretado por la bellísima Gong Li), una antigua prostituta que vive con Chang (Michael Hui), un hombre de negocios que no se casa con ella por su pasado. John en toda esta trama recibe la noticia de que tiene una leucemia y de que sólo le quedan unos meses de vida, más o menos lo que falta para que Hong-Kong vuelva a estar bajo soberanía china en Junio de 1997.

Este es el argumento con el que arranca la película, pero resulta imposible encerrarla en una simple sinopsis. En esencia esta es la historia, pero quedan fuera muchas escenas, muchos momentos que también son importantes. De eso debía ser consciente el director Wayne Wang y por eso eligió ese título. Las primeras imágenes de la película son de cajas que se van cerrando dentro de cajas más grandes, algo similar a esas muñecas rusas encerradas unas dentro de otras, las matrioskas. Lo que en ellas se ven son pequeños objetos, aparentemente insignificantes, pero con algún valor desconocido que los hizo relevantes.
 
La Caja China habla de historias dentro de otras historias: la historia de Hong-Kong, la conciencia de los límites de la propia vida, la imposibilidad de amar en ocasiones, la dificultad de conocer algo sobre lo que se lleva escribiendo quince años, etc. No hay un tema predominante. Wang deja que cada espectador elija el tema que más le convenga y a la hora de hablar de la película se entremezclen enfoques. En toda la película viviremos saltos de una caja mayor a otra menor. 

La Caja China está cargada de simbolismo. Un periodista inglés con leucemia enamorado de una antigua prostituta. Una antigua prostituta que vive con un rico chino que no quiere casarse con ella. Una joven con el rostro deformado que sigue enamorada de un novio inglés que le abandonó. Personajes que corren el riesgo de caer en el exceso. El acierto de la película es que todo, dentro de unos límites, se sostiene con fuerza.

Hay escenas fascinantes como la imagen de John grabándolo todo, intentando saber cómo es Hong Kong después de vivir quince años en la ciudad y el hecho de que al final tenga que renunciar y decida que sea Jean la que se lleve la cámara para filmar los últimos retazos de su vida. Otra escena preciosa es la de Jim al lado de John que le anima con su guitarra. Piensa que su depresión se debe a los problemas que tiene con Vivian y le da un rápido curso sobre los tipos de canciones de amor. Las que se escriben cuando empieza, las que nacen mientras dura y las que inspira la pérdida de ese amor. Va improvisando las letras y al final consigue que John le mire y le sonría.
 
Algunas imágenes saltan al futuro y esas referencias rápidas convierten a la película en algo bueno. La Caja China está llena de esas referencias, pero el espectador se quedará sólo con algunas. Serán como los cromos de una colección incompleta. No están ni ordenadas ni pegadas al álbum. Bastará con volver a recordarlas para que se ponga en marcha todo el juego de las cajas chinas.

John sabe con certeza que le queda poco tiempo de vida. También sabe que está enamorado de quien no debe, que vive lejos de su casa, que casi no tiene amigos, que hace un trabajo que no le gusta y que tiene la necesidad de atrapar una realidad que se le escapa. Es fácil que uno se vea enganchado a este personaje por alguna de estas definiciones. En realidad, la historia de la Caja China ya no le pasa a alguien que vive en Hong Kong, le puede pasar a cualquiera. Y su evolución se sigue con la curiosidad de quien busca opciones. Con esa curiosidad que es capaz de despertar el buen cine.

Se trata de un tremendo drama amoroso con un  peculiar estilo en que se mezcla un carácter documental con una crónica de esta fecha señalada.  Así, la reciente historia de Hong Kong se funde con las vidas de unos personajes llenos de incertidumbre.

https://www.youtube.com/watch?v=uz1nwFU_nYg.

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