En el filme se habla de un tumor benigno, pero a juzgar por la única imagen de TAC que aparece y su gran tamaño es posible que se trate de un glioma de bajo grado o intermedio. Son tumores de crecimiento lento o silente, pues apenas dan sintomatología y cuando la dan es debido a un tamaño importante o porque ha cambiado su grado de malignidad, pudiendo ocasionalmente convertirse en gliomas de alto grado o glioblastomas. El tratamiento en los gliomas de bajo grado es la cirugía, como en el caso que aquí se presenta y la radioterapia se reserva para los de mayor grado tras la cirugía.
Una de las cosas más bonitas que nos muestra la película es la capacidad que tiene la música para transportarnos a recuerdos lejanos, revivirlos y emocionarnos. Creo que es algo que muchos de nosotros hemos experimentado y ese vínculo funciona en ocasiones de una forma, me atrevería a decir, casi mágica. Una escena curiosa de la película es ver a Gabriel pasar de un estado casi catatónico a una respuesta emocional sorprendente al tocar con una trompeta que le deja su padre el inicio de “La Marsellesa”. Ante esta señal, la terapeuta musical le pone un disco de dicho himno e inicialmente Gabriel se emociona, pero luego le sobreviene un malestar que nos resulta incomprensible. Por obra de la casualidad y cierta perseverancia de la terapeuta logra encontrar una respuesta a ese comportamiento. El himno de “La Marsellesa” es el preludio de la famosa canción de los Beatles “All you need is love”. Al escuchar sólo el himno, Gabriel se sentía frustrado porque no era esa la canción que quería escuchar, sino la de los Beatles. Al ponerle el vinilo con la canción, Gabriel se emociona y empieza a hablar minuciosamente de sus sentimientos remontados a esa época.
En secuencias retrospectivas, conocemos el amor a la música que esta familia comparte. Surge tensión cuando las preferencias musicales de adolescente de Gabriel por los Grateful Dead chocan con los gustos de Henry por Bing Crosby. Henry de la vieja guardia, sencillamente no capta la onda de su hijo. La música despierta a Gabriel pero no cualquier música; tiene que ser rock de los 60. Así que el padre, que desea desesperadamente reconectar con el hijo a quien echó de la casa, deberá aprender a amar la música que ocasionó el distanciamiento. El curso de inmersión de Henry en la música de los 60 le da al director Jim Kohlbert una excusa para tocar una lista extraordinaria de canciones que serán un nirvana para cualquier amante de la música.
Henry, papel genialmente interpretado, es un hombre que carga con el peso de su arrepentimiento y le lleva a uno lleno de esperanzas. Otra particular escena final, memorable y preciosa de la película es la que se nos presenta a un Henry sesentón con una camiseta y un pañuelo teñidos al estilo hippy divertiéndose de lo lindo con su hijo en un concierto de los Grateful Dead. Una de las mejores cosas de esta película es la manera en que actúa de forma propia la musicoterapia sobre el espectador, pues deja a la audiencia perdida en sus propios recuerdos.
Si no fuera por la música, qué sería de la humanidad en general?
Estoy totalmente de acuerdo contigo Maider. La música es un bien necesario en nuestras vidas sin ningún género de dudas. Un abrazo!!!!
Mi padre, diagnosticado con demencia senil hace 5 años, no es capaz de tener una conversación mediana :-(, pero si le ponen una canción que le guste, cierra los ojos y escuchas como canta estrofas completas o tararea los ritmos 🙂 y si la apagas… se toma el atrevimiento de decirte: prende otra vez eso!
Excelente película la cual nos enseña el poder que tiene la música y la capacidad de transportarnos a aquellos momentos de la vida que ya pasaron , pero que dejan grandes recuerdos .
Simplemente hermosa…
Gracias Alejandra por tu amable comentario. Un saludo.
Las cosas sutiles son las que marcan esos recuerdos, la música, un aroma o un pequeño detalle nos marcan para siempre y al sentirlos nuevamente nos trasladan a ese evocativo momento.
Efectivamente Carlos. Gracias por tu comentario. Un saludo.